Comarca de Valdeorras, breve articulo sobre su historia

Valdeorras, la región más oriental de la provincia de Ourense, se encuentra ubicada en Galicia, cerca de la provincia de León, al noroeste de España.

La historia geológica de esta región ha dado forma a una parte sustancial de su terreno con pizarras, cuarcitas y esquistos. A lo largo de los últimos 2.500 millones de años, Valdeorras ha soportado numerosos cambios climáticos y períodos glaciares, grabando marcas distintivas en sus paisajes montañosos. Esto ha resultado en la creación de panoramas naturales únicos, con el desarrollo de terrazas fluviales y la profunda canalización de cursos de agua.

La riqueza de los recursos naturales y la fertilidad de sus suelos convirtieron a Valdeorras en un refugio acogedor para diversas comunidades a lo largo de la historia. Como evidencia de la presencia humana antigua, aún perduran restos de estructuras megalíticas en la Sierra da Enciña da Lastra. Además, hay trazos de arte rupestre y petroglifos en Valdegodos, Petín y San Esteban de A Rúa Vella.

Las primeras referencias históricas a Valdeorras provienen de fuentes clásicas. Plinio, al hablar de los Gigurri, también conocidos como Egurros por Ptolomeo, los identifica como uno de los 22 pueblos dependientes del antiguo Convento Jurídico de Aturica, con su capital en Astorga. Tradicionalmente, los «Guigurros», junto con los «Calubrigensis», eran considerados como los antiguos habitantes de Valdeorras.

La llegada de las legiones romanas supuso un cambio drástico en la vida diaria de nuestros antepasados, ya que, mientras los asentamientos castreños se ubicaban en terrenos de alta montaña, los romanos trasladaron los núcleos poblacionales a zonas llanas. Esto provocó la dispersión y el traslado contínuo, que dio lugar a la construcción de una de las vías más importantes de la Península Ibérica, la Vía «XVIII» o «Vía Nova». Procedente de «Brácara Augusta» (Braga) y con dirección a «Astúrica Augusta» (Astorga), cruzaba Valdeorras de suroeste a noroeste. El único acceso a Galicia que no atraviesa las montañas y, por lo tanto, transitable en invierno. De ahí su posterior utilización como Camino Real o Camino de Invierno en el Camino de Santiago. Puentes como el del río Bibei, aras, capiteles, lápidas coma la de A Cigarrosa, mosaicos y esculturas forman parte del legado imperial de Roma; si bien, entre sus obras de ingeniería destaca la excavación del túnel de Montefurado, con el objetivo de desviar el curso del río para extraer el oro que este arrastraba.

Se sostiene la creencia generalizada de que la vid productora de uvas, la Vitis viniferas, fue introducida en Galicia por los romanos, o al menos, que ellos estimularon su cultivo. Algunos estudios arqueológicos indican que pudo haber sido Lucio Pompeyo Reburro quien plantó la primera cepa en Valdeorras.

Con la caída del Imperio Romano, llegaron los suevos y visigodos. Quedan restos prerrománicos destacables en Petín, Valencia do Sil, Xagoaza, Córgomo y A Rúa. Fue una época oscura que culminó con el despoblamiento de la comarca debido a la invasión árabe y, especialmente, a la ubicación de Valdeorras como única tierra de paso en la frontera con la meseta.

Tras la unificación político-religiosa de la Península Ibérica, se inició un período de paz y esplendor. Es en esta época cuando aparece la primera noticia escrita sobre la existencia de viñas en Valdeorras. El documento data del 19 de octubre del año 940.

Villa de O Castro

Con las influencias de los grandes monasterios, la cristianización y el asentamiento de las órdenes monásticas, comienza una época de transición que desembocará en uno de los períodos más fascinantes en la historia del valle: la etapa en la que esta comarca adquiere personalidad propia, constituyéndose en una unidad concreta y con cierta independencia, bajo la tutela de los condes de Ribadavia.

El castillo de la villa de O Castro se erige como fortaleza y se convierte en la capital administrativa y política del valle. Durante cuatro siglos, desde esta pequeña atalaya, se tomaron las decisiones más importantes de la zona.

El siglo XVII comienza con un acontecimiento trascendental: el inicio de la construcción, en 1624, del santuario de Ntra. Sra. de As Ermidas. Este templo, en las laderas del valle del río Bibei, representa una de las más hermosas expresiones de arte barroco en la Galicia rural. Además, desempeñó un papel importante como centro de atracción y guía espiritual para los habitantes de Valdeorras.

Los inicios del siglo XIX tiñeron de sangre estas tierras debido al paso de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. Los lugareños, liderados por los llamados «curas guerrilleros», lograron resistir con éxito.

A finales del siglo XIX, la Revolución Industrial y los avances en las comunicaciones trajeron consigo el ferrocarril. El 1 de septiembre de 1883 se inauguraba la línea Palencia-A Coruña por Valdeorras. Se generaron vientos favorables, también para el cultivo de la vid, ya que la combinación de variedades autóctonas y técnicas adecuadas dio lugar a un vino de alta calidad y marcado carácter.

En 1882, la filoxera invadió los viñedos de Valdeorras, destruyendo más de 1.000 hectáreas en pocos años. Sin embargo, un ilustre valdeorrés llamado José Núñez descubrió el antídoto para erradicar la plaga: arrancar las cepas infectadas y quemar toda sustancia orgánica contaminada para luego replantar con injertos de castas europeas sobre patrones de origen americano. Tras un arduo trabajo, la comarca logró recuperar la abundancia de sus viñedos.

El siglo XX estuvo marcado por el éxodo rural, la emigración masiva a América del Sur primero y a Centroeuropa después, la recesión económica de la postguerra civil, el descenso del consumo de wolframio, la explotación de las canteras de pizarra a nivel industrial, y la construcción de embalses y centrales hidroeléctricas.

Hoy en día, la comarca está compuesta por nueve municipios: A Rúa, A Veiga, Carballeda, Larouco, O Barco, O Bolo, Petín, Rubiá y Vilamartín. Excepto A Veiga, todos cuentan con explotaciones vitícolas que dotan al territorio de una singularidad única. La calidad de los caldos de Valdeorras la convierte en un referente en el sector, despertando el interés a nivel nacional e internacional por una región donde el vino se erige como máxima expresión de la tierra, llevando consigo la esencia en cada botella.

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